Aunque hoy en día la moto como tal se ha convertido en un fenómeno de movilidad, deporte y ocio con millones de usuarios en todo el mundo, hubo una época en la que como todos los tiempos pioneros era considerada poco menos que una excentricidad.
Por no tener nombre, así que su historia fue siendo escrita, poco a poco y en tiempo real, al dictado de algunos de esos apasionados que insistían en seguir montando uno de esos extraños aparatos de dos ruedas. Hoy hacemos un primer recorrido por algunas de esas curiosas historias.
1. “Motocicleta” es una marca comercial parece evidente para todo el mundo e incluso así lo recoge el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que la palabra “motocicleta” describe a un vehículo con dos ruedas y motor al que también conocemos popularmente con su apócope “moto”. Sin embargo, esto no es del todo cierto ya que, en realidad, “motocicleta” es también una marca comercial en sí misma.
En 1898 los hermanos Eugène y Michel Werner, unos periodistas e inventores de origen ruso, registraron en París su “bicicleta motorizada” a la que pusieron el nombre comercial de “Motocicleta”, la combinación obvia de “motor” y “bicicleta” y cuya característica principal era el anclaje del motor en la parte inferior del bastidor.
2. Cuando los scooter desembarcaron en Normandía el término “scooter” con el que hoy denominamos a las motocicletas ligeras de uso urbano tiene su origen en el extraño vehículo de dos ruedas que durante la Segunda Guerra Mundial usaban los paracaidistas británicos para desplazarse tras las líneas enemigas en Normandía. Se lanzaba en su contenedor junto con las tropas y una vez en el suelo y debidamente desplegado era capaz de desplazarse durante casi 150 kilómetros a una velocidad de 50 km/h.
Como su función era esencialmente la de explorar el terreno -scoot, en inglés los soldados se referían al artilugio motorizado como “scooter”.
Se hicieron muy populares ya que se construyeron casi 10.000 unidades entre las marcas Welbike y Cushman de modo que, cuando tras la guerra aparecieron en Gran Bretaña las primeras motos ligeras, rápidamente se las asoció con el recuerdo de esos pequeños “scooter” y el término hizo fortuna.
3. De las guitarras a las carreras tanto para los aficionados a la motocicleta como para los aficionados a la música es de sobras conocido que el logotipo de la marca Yamaha representa un par de diapasones cruzados. Y es que además de construir algunas de las motos más espectaculares del mundo, el gigante japonés es también un afamado fabricante de instrumentos musicales. Curiosamente la razón por la que un “luthier” japonés termina convertido en uno de los líderes mundiales de los motores de altas prestaciones está en las hélices de los aviones.
Cuando, a principios del siglo XX, los primeros aeroplanos llegaron a Japón las autoridades niponas pronto se dieron cuenta de que no había en el país suficiente personal especializado en el mantenimiento de los aviones.
Como la parte más delicada era la hélice de madera y Yamaha era un prestigioso constructor de “shamisens” -la refinada guitarra japonesa tradicional- se decidió aprovechar la experiencia de sus artesanos en el tratamiento de la madera para encargarles esa labor. Los técnicos de Yamaha no tardaron demasiado en pasar también a ocuparse del motor... y de ahí a la “Akatombo” en 1954, la primera moto de Yamaha, y a los Campeonatos del Mundo de Velocidad.
4. Unas motos con alma de cañón Royal Enfield es la fábrica de motos más antigua en activo y nunca ha dejado de producir motocicletas desde 1901, cuando lanzó su primer modelo. Aunque la marca es de origen británico, en la actualidad pertenece al grupo indio Eicher y desde 1955 fabrica sus motos en la India. La marca, sin embargo, existía desde 1893 y durante décadas compaginó la fabricación de motocicletas con la de los cañones y fusiles Lee-Enfield reglamentarios del ejército británico.
5. Un Kalashnikov sobre ruedas Kalashnikov, el fabricante del mítico fusil de asalto AK-47, recibió el encargo de diseñar y construir las motos de escolta del presidente Vladimir Putin ya que el Kremlin, por una cuestión de imagen, no deseaba que este rol lo asumieran los tradicionales modelos americanos o europeos de representación. Además, quería que la moto empequeñeciera a sus rivales occidentales y fuera la punta de lanza de un renacer de la industria automotriz rusa.
El resultado del trabajo de Kalashnikov -presentado bajo otra marca del grupo, Rostec- fue presentado el año pasado y es la gigantesca “Izh Kortezh”. El adjetivo “gigantesca” no es gratuito; está totalmente blindada contra fuego de ametralladora, mide 2.900 cm de longitud, 940 cm de ancho, 1.250 cm de altura y pesa la friolera de 510 kilos.