Si bien hemos desarrollado con todo detalle cada uno de los apartados de la técnica de pilotaje, conviene repasar pequeñas claves que marcan la diferencia entre unos pilotos y otros, entre ir unos segundos más rápidos y pilotar con mayor eficacia.
Control de tracción en ocasiones, en una subida la rueda comienza a patinar, con lo que cada vez avanzamos menos y, lo que es peor, perdemos una inercia que es posible que no podamos recuperar.
Si deseamos aumentar la tracción debemos flexionar las piernas presionando fuerte hacia abajo, sin llegar a sentarnos. Cuanto mayor sea esa flexión y el trasero, sin llegar a sentarnos, esté más cerca del asiento, más presión haremos sobre nuestro neumático trasero, con lo que se clavará más y recuperará la tracción en momentos críticos, ya sea en una subida o trepando por una roca o escalón.
Dosificando el derrapaje como normalmente circulamos en un firme de adherencia incierta, el derrapaje se produce de modo habitual, por lo que es de máxima importancia controlarlo, tanto para que la moto avance lo más rápido posible, como para colocar la moto en el punto de la curva que se desee.
Tal y como hemos visto en otras ocasiones, esto se consigue, además de controlando el gas, con la presión en las estriberas. Si queremos que se detenga en un punto determinado debemos cargar más peso en la estribera exterior. En esas ocasiones en que el tren trasero parece querer adelantar el delantero, aumentar la presión sobre la estribera exterior hace que seamos nosotros quienes indiquemos al modo por donde queremos que vaya.
La presión será mayor si lo hacemos con la parte delantera del pie que si lo hacemos con la más cercana al tacón. Para ser más descriptivos ¿cómo aplastarías algo con mayor contundencia? desde luego con la punta del pie. Ejemplos extremos de este tipo de pilotaje son el ya retirado y multicampeón de motocross, Stefan Everts y uno de los reyes de las extremas de enduro Graham Jarvis que siempre pilotan sobre la punta de los pies.
Como dato anecdótico del piloto británico diremos que sus rivales cuando disputaba el Campeonato del Mundo de Trial le llamaban “el caracol”, cuanto más resbaladizo y mojado estaba el suelo mejor lo hacía. Sin lugar a dudas sabe cómo sacar la mejor tracción a su moto.
De pie en curvas rápidas algo muy habitual entre los profesionales y pilotos de nivel, no es lo más habitual entre la mayoría de los pilotos aficionados. Sin embargo, el grado de control y velocidad que se consiguen de este modo es muy superior.
La técnica a emplear difiere de la que empleamos sentados. En este caso el tronco debe ir hacia encima del manillar, con las rodillas flexionadas, pues serán las encargadas de aumentar la tracción y controlar el derrapaje hacia uno y otro lado.
La direccionalidad de la moto pasa por tanto a ser manejada con el gas y la presión en las estriberas, con mayor peso en la exterior si queremos que derrape menos y avance más y en ambas para mejorar la tracción.
Al principio esta postura cuesta un poco, sobre todo a adquirir la necesaria confianza a hacerlo a altas velocidades, pero tiene una lógica aplastante: al liberar peso del tren trasero la inercia de este, que no olvidemos, cuando derrapa es un giro hacia afuera, disminuye y aumenta la direccionalidad.
Más de uno pensará “esto me suena”, lo habrás visto miles de veces, sobre todo en el Dakar, allí es una práctica de lo más habitual sobre todo en curvas rápidas, donde además los pesos de las motos con sus grandes depósitos, y por tanto sus inercias son todavía mayores.
Una vez aprendido, las derrapadas y el control son memorables, crea adicción y uno está deseando que haya más y más curvas rápidas.
Controlar el rebote trasero muchas veces cuando vamos a toda velocidad y pasamos un obstáculo, sea un tronco, una roca, etc., al estar la rueda trasera sobre este y extenderse el amortiguador, te levanta la parte trasera de la moto hacia arriba.
A veces notas que el asiento te hace rebotar, sin mayores consecuencias, pero si es muy violento produce caídas y muy feas, ya que la moto puede escupirte por delante e incluso caer encima de ti.
Es un detalle que conviene cuidar, para evitarlo hay que flexionar un poco las rodillas un poco antes de que el amortiguador se extienda tan rápido. Cuesta un poco acostumbrarse, pero una vez habituados se convierte en un reflejo inmediato.
Volar sobre el tren delantero en nuestros recorridos es muy habitual encontrarnos zonas con muchas piedras o baches seguidos. Si aligeramos el tren delantero e incluso lo hacemos “volar” sobre ellos evitamos no solo golpes y traqueteos en nuestros brazos, y el consiguiente cansancio, sino que descargamos de trabajo a la suspensión delantera, la dirección y golpes en la rueda correspondiente.
Al mismo tiempo conseguiremos pasar con mucha mayor velocidad minimizando los riesgos.